Los amantes de las olas tienen un escenario de película en Berria. Es imposible no viajar sobre una, sumergirte bajo ellas, saltarlas o que te den un revolcón… no conozco a nadie que no haya tragado agua al enfrentarse a una ola rebelde.
El contacto con las olas es una de la sensaciones más agradables del verano en Berria. ¿Pero habéis observado alguna vez el ritual que seguimos los bañistas cuando tomamos la saludable y a veces valiente decisión de ir al agua?
Digo valiente porque aunque soy BERRIADICTA hasta las trancas, y según el decálogo de los BERRIADICTOS «el agua siempre está buena», reconozco que cuando la marea está muy baja en el recorrido desde la toalla hasta la orilla se me han ido diluyendo las ganas por el chapuzón refrescante. Más de una vez, sobre todo por la tarde, confieso que he regresado a mi toalla completamente seca.
Volvamos al ritual del baño. Seguro que os reconocéis o reconocéis a alguien en las siguientes descripciones. Vamos a ver.
Hay varias formas de entrar en el agua:
La de aquella (o aquel) que entra caminando despacio pero decidida, mojándose la tripa, la nuca y las muñecas para evitar diferencias de temperatura sobre todo después de una panzada de sol y que camina tranquila hasta que el agua le alcanza las rodillas y entonces empieza a dar esos saltitos ridículos para evitar que le salpique la ola que llega al romper. Saltitos que continúa dando mientras avanza, soportando un martirio cada vez más martirio y cada vez menos soportable, a medida que una ola le moja un poco más arriba, casi en el muslo, mientras que en un acto reflejo empieza a sacudir ambas manos convulsivamente como si el frío que siente se pudiera ir por los dedos.
Y por fin llega ese gesto definitivo, cuando ya no hay más remedio, que consiste en dar un salto aún más alto a la vez que mete tripa y baja la cabeza mirando al agua como intentando evitar lo inevitable mientras pronuncia un…Uyyyyyyyyyyyyyyyy…….cuando una ola canalla por fin le alcanza en la cintura o más arriba. En ese momento es cuando piensa: ¡O ahora o nunca! «O me tiro inmediatamente debajo de la siguiente ola para que se acabe ese sufrimiento inútil o sigo martirizándome con el agua que me llega cada vez más arriba y me sumerjo vencida sin remedio totalmente empapada».
Tras pasar ese trance y ya pateando dentro del agua para entrar en calor, se hace la valiente y grita: ¡¡Está muy buena!!…¡¡no está fría!!… ¡Es sólo la primera impresión! Y ya acostumbrada a la temperatura del agua anima con un «venga que esta buenísima» a algún cobarde que aún sigue dando saltitos…
¿Os suena?
Pero también existe otra modalidad para entrar en el agua: la de aquel que entra decidido corriendo, levantando bien las rodillas saltando las olas pequeñas y más grandes hasta que éstas acaban haciendo de freno natural al impulso inicial para acabar tropezando y cayendo de bruces al agua. O la de aquel que quiere impresionar a los habitantes o habitantas de la orilla y decide comenzar como el anterior pero termina tirándose de cabeza a una ola cuando aún le cubre por la rodilla y acaba con un chichón en la cabeza al golpearse con la arena. Rapidamente se levanta disimulando y soñando con que no le haya visto mucha gente hacer el ridículo.
Pero también existe la modalidad » normal’, es decir la de aquel que es valiente y no le importa la temperatura del agua, ni que las olas le alcancen y le martiricen y que sigue avanzando a buen ritmo y sin pausa hasta encontrar muy pronto la ola adecuada para tirarse suavemente de cabeza.

Todas estas modalidades son lo que conocemos por «CHOCLARSE» que según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española significa: «Entrar en un lugar de golpe y con prisa».
Tengo un amigo BERRIADICTO, Ramón, que se CHOCLA casi a diario desde Mayo a Noviembre en esos otoños cálidos de los últimos años y al que debemos haber incorporado este verbo a nuestro vocabulario de BERRIADICTOS.
CHOCLARSE en Berria tonifica, vigoriza, favorece el retorno venoso y reduce las varices. Sus olas masajean y afinan piernas y brazos Yo recomiendo baño diario y a ser posible cogiendo olas, incluso con el riesgo de perder bikini o calzón de baño.
No hacen falta tablas sofisticadas. La forma más genuina es coger olas con nuestro propio cuerpo.
Los brazos en forma de triángulo isósceles la cabeza entre ellos y apuntando hacia la orilla en perfecta formación y esperando el momento preciso en que la ola te alcanza con su fuerza y te lanzas con ligero impulso por delante de ella para disfrutar de unos segundos de velocidad, pero generalmente si la ola no te envuelve, te adelanta y dejas de viajar en ella entonces te recompones y comienzas a pensar en coger la siguiente y otra , y otra más.
Berria y sus olas son otro icono de nuestra playa que la han convertido en territorio para surfistas y de los que hablaremos próximamente.











