Cuando Urbano llegaba a Santoña desde Cicero tirando de su carro vendiendo leche, no imaginaría que 60 años después su hijo Banito,que le acompañaba siempre, se convertiría en un hostelero en Berria pudiendo dar de comer en un día a más de 200 personas en su restaurante El Paraíso.
Todo empezó cuando las cosas no eran tan fáciles y la familia se instaló en Santoña arrendando el bar Jauja. El Jauja en la esquina de la calle Manzanedo, frente al instituto, en la dirección a la Plaza de San Antonio, fue haciéndose un nombre día a día y año tras año gracias al trabajo de la familia y al cuidado que daban a las viandas que allí ofrecían. Con el tiempo el marisco fue imponiéndose en su carta y en su barra, siendo durante muchos años uno de los restaurantes de referencia de Santoña.
Marisa manejaba con maestría una barra bien surtida de navajas, caracolillos, almejas, quisquillas, cangrejos, pulpo… listos para ser consumidos. Un pequeño vivero ofrecía la posibilidad de tomar marisco recién cocido.
En la vitrina de frío, a la espalda aquel pez rojo feísimo que parecía salido de la zona abisal y que se llama Cabracho. Fue en el Jauja hace más de 30 años donde probé por primera vez el ahora popular «pastel de Cabracho» que junto con la merluza a la romana eran dos de mis dos platos favoritos en aquellas cenas de verano del mes de agosto.
Pero mientras el Jauja seguía siendo uno de los restaurantes de éxito en Santoña, Berria crecía y ofrecía grandes posibilidades para aquellos emprendedores que tuvieron la visión de instalar un negocio de hostelería, arriesgado entonces porque Berria seguía siendo una playa poco frecuentada, y donde los únicos sitios para tomar un café se reducían al Bar «Nueva Berria» de Antonio, el del «Paloma», al Hotel y al Hostal. Abrir un negocio en aquella época era un reto no exento de aventura.
La familia Albo años antes habían sido los propietarios de un chalet que cerraba la línea de la colonia veraniega edificada por Doña M. Luisa Ibáñez de Betolaza. Este chalet era un pabellón que los Albo utilizaban cada vez que subían a pasar el día en la playa.
Años después, en verano, se alquilaba a una familia de Suiza lo que hizo que los niños de los Apartamentos lo conociéramos como «el chalet de los suizos». Tras cambiar de propietarios, en 1984 fue adquirido por Banito, que lo bautizó con el nombre de «El Paraíso del Jauja«, para no olvidar sus orígenes, comenzando la aventura de conquistar a los Berrianeantes con sus platos. Banito partía con la ventaja de su éxito en Santoña aunque el concepto del restaurante de Berria sería muy diferente.

El Paraíso tenía el mismo acceso que tenía el chalet de los Suizos y un gran jardín que quedaba limitado por otras propiedades, el jardín de la casa «‘del Oso» y «la Casa de Drácula». Estos nombres tan poco tranquilizadores eran fruto de la imaginación de los niños de los Apartamentos que dábamos rienda suelta a nuestra fantasía llamando así a la Casa de la Familia Ibáñez de Betolaza y al chalet que hoy luce tan bonito a espaldas del restaurante.
El Paraíso comenzó ofreciendo raciones entre las que las Rabas y el salpicón de marisco continúan siendo más que recomendables. En el jardín presidido por un árbol casi centenario se instaló el comedor. Las veladas eran muy agradables pero lo impredecible del tiempo en el verano en Cantabria obligó a acondicionar el jardín en un comedor acristalado para poder atender a los clientes cualquier día de verano con lluvia o sin ella.. Hoy, el comedor puede acoger a más de 100 personas y doblar turno llegando a dar las 200 comidas diarias que Urbano nunca imaginaría.

Se puede comer a la carta. Se puede comer de menú. Se puede comer de raciones. Se puede comer marisco recién sacado del vivero que Banito cuida con esmero y se pueden encargar paellas.
Su situación es privilegiada. Se pueden dejar las toallas en la arena, ir a comer sin mover el coche y regresar a la arena a dormir la siesta…
La expresión «ir al Paraíso» significa vermut y Rabas a la hora del aperitivo, pincho de tortilla a media mañana o café después de comer. Si llueve dentro y si no llueve en su agradable terraza al exterior con acceso directo.
El Paraíso siempre está «a mano» para sus vecinos. Es un recurso que nunca falla cuando falta una barra de pan, un limón, una botella de vino o una paella para no tener que cocinar o para dar de comer a una visita inesperada. Siempre responden.
Su paciencia es infinita con los niños a los que permiten pasarse horas allí aprovechándose de su wifi y ¡además invitándoles a agua y aceitunas!!
Las aceitunas nunca faltan en su olla de barro. Ofreciéndolas como tapa en el aperitivo, algo que no es frecuente en otros establecimientos.
Pero Banito tiene planes para amenizar las veladas nocturnas y para extender su negocio más allá de los meses de julio y agosto
El Paraíso del Jauja forma parte del Paraíso de Berria. Ha crecido con nuestra playa.
Sus coordenadas: esquina de los Apartamentos» La Playa» frente a las Casas del Administrador y el Director del Penal.
No tiene pérdida