Paso en Berria siempre el mes de Agosto. Hace muchos años que se terminaron para mí las largas vacaciones escolares. Aun así soy una privilegiada por poder disfrutar de un mes entero en mi paraíso y saborear cada uno de sus minutos. El día que llego a Berria, casi siempre el viernes del último fin de semana de julio, me siento como aquel primer día de vacaciones de la infancia con 3 meses de Berria por delante.
Pero en los agostos de ahora a partir del día 15 y viendo la velocidad a la que corren los días me empieza a entrar un hormigueo por el estómago que se convierte en angustia el día 20 y en depresión el 26. Entonces activo un mecanismo de autodefensa y me digo a mi misma «para volver hay que marcharse» que no es que me consuele mucho pero me motiva y me hace creer que el siguiente verano llegará pronto. ¡Y ya lo creo que llega! ¡Ya estamos en el de 2017!
El 1 de septiembre comienza la cuenta atrás para el siguiente verano y ese mismo día escribo en el grupo de BERRIADICTOS: «Buenos días BERRIADICTOS! hoy es 1 de septiembre, sólo quedan 11 meses para el 1 de Agosto…» y así el primer día de cada mes hago el mismo saludo y voy restando los meses que faltan… Buenos días BERRIADICTOS hoy es 1 de octubre, ó 1 de noviembre, ó 1 de diciembre y ya solo quedan 10, 9. 8… meses para el 1 de agosto…
Alguna BERRIADICTA me recuerda que vivir «añorando» el futuro no me deja disfrutar del presente, pero no es cierto, al menos para mi. Valoro cada minuto de mi vida en invierno y en verano.
A partir del saludo del 1 de abril, los días ya son más largos, salimos del letargo del invierno, los corazones se aceleran… a veces Semana Santa… ya no queda nada para «Poner las sillas mirando al Brusco».

Poner las sillas mirando al Brusco tiene un significado muy especial para mí ya que representa que el verano ha llegado y comenzamos la dulce rutina diaria de playa. Instalarnos cada día en la arena, la silla, las toallas marcando territorio, las cremas, las palas… yo llego la primera al campamento base pero me encanta ver cómo van llegando mis hermanos, mis sobrinos, mi madre, nuestras amigas. ¡Día de playa! ¡santo día de playa nos espera! ¡ojalá no se levante viento!
Pero cuando de verdad ponemos las Sillas mirando al Brusco es por la tarde, siguiendo al sol que va girando hacia el oeste. En esa posición dormimos una buena siesta con la boca abierta y algún resoplido y al despertar comenzamos nuestra tertulia con pipas que termina cuando se esconde el sol tras el Brusco para ir a acurrucarse a la arena de Helgueras.
La fila de sillas crece en línea perpendicular a la orilla. Nuestras amigas saben dónde estamos y se unen al grupo. Cada silla con su cesto de mimbre y chancletas al lado. Las sillas mirando al Brusco son testigo de confidencias, anécdotas, incluso de consejos para afrontar alguna situación difícil y hasta de recetas para preparar la comida del día siguiente. Y casi siempre tiempo de muchas risas.
Nuestra posición nos convierte en un Pim – pam – pum perfecto para los balones de voley de las redes que hay delante de los Apartamentos. Somos capaces de esquivarlos desde nuestras sillas con una gran habilidad, aunque más de una vez se han estrellado en la cara o en la cabeza. Depende de la pericia de los jugadores.
Nuestras cabezas alineadas son carne de chichón como blanco perfecto para los jugadores de palas, aunque hay que decir que Berria es una escuela de grandes jugadores.
Nuestras sillas también nos sirven de observatorio natural para controlar una parte de la playa, su densidad de población, bañistas que van y vienen, niños pidiendo ir al agua a sus madres que perezosas se levantan para vigilarles en la orilla, cuerpos sin complejos, topless a destiempo y cuerpos estupendos.
A última hora de la tarde mientras al bajar el sol el sol los partidos de palas se multiplican en la arena seca, vemos a las familias que van recogiendo sus aparejos y abandonan la playa satisfechas de una buena jornada de sol y mar.
Y cuando en Berria se hace la sombra también doblamos nuestras sillas, guardamos las toallas en los cestos de mimbre y cerramos la playa soñando con el día siguiente. Berria descansa, te lo mereces.








