Adoro Berria y sueño con volver incluso antes de marcharme. Lloro cada verano al decir adiós.
» para volver hay que marcharse»…
Berria es el paraíso en el que he pasado los mejores veranos de mi vida desde que era una niña. Mi padre nos llevaba a Berria el día después de que nos dieran las vacaciones en el cole, y volvíamos a Madrid justo el día antes de empezar el nuevo curso.
Veranos de casi 3 meses que se hacían cortos. Tres meses! Berria era la libertad absoluta tras un invierno encorsetado entre el colegio y los deberes.
Llegué en 1969 cuando Berria era salvaje, más ventosa que ahora y vacía.
En los Apartamentos donde nosotros vivíamos apenas había ocupación y el Penal imponía misterioso cada noche. Nos bañábamos cerca del Hostal, en las pozas, porque allí se reunían las escasas familias que ocupaban la playa.
Por la noche se veían luces que a mi se me antojaban contrabandistas cuando en realidad eran pescadores en busca de lubinas «de verdad».
El Barco con su silueta imponente presidía la playa. Emblema de Berria y un lugar especial de aventura para los niños y donde una pareja de la Guardia Civil vigilaba permanentemente al resguardo de su popa.
Eran veranos lluviosos de chubasqueros y botas katiuskas y de sol y mar con las plantas de los pies manchadas de galipó. Recuerdo a mi madre frotarlas con un algodón impregnado en aceite antes de acostarnos para no manchar las sábanas.
Baños con bandera roja y resaca, con la vigilancia de nuestras madres y del socorrista, prismáticos en mano desde su silla alta, mientras yo me preguntaba si le daría tiempo a rescatarnos si nos envolviera una ola.
Días nublados que dedicábamos a pescar quisquillas en las marismas siendo el cebo las cabezas de bonito que por la mañana habíamos ido a pedir a la plaza.
La bici era nuestro transporte Berria-Santoña y Santoña- Berria.
Carreras de pulgas de las que ya no queda ni una. Volcanes en la arena…
Las noches para los niños que vivíamos en los Apartamentos era especiales jugando a policías y ladrones por la playa y por la campa mientras los mosquitos gigantes nos devoraban, pero qué nos importaban a nosotros los mosquitos y su tamaño!
Juegos que al crecer cambiamos por barbacoas. Tardes de guitarras adolescentes fumando el primer pitillo en la campa… Y al crecer más, cada tarde hacíamos dedo sin miedo y sin peligro para bajar a Santoña al «0».
Así crecimos verano a verano.
No hay nostalgia, hay recuerdos y muchos. A todos ellos les haré un sitio en el blog, a Berria ,a sus iconos, a sus símbolos y a sus gentes. A la buena gente que ha formado parte de estos veranos tan infinitos, como Cantabria.
CladeB





Gracias por este blog CladeB!!!
Me encanta @CladeB
Te deseo y pronostico muchos ÉXITOS.
Enhorabuena en la nueva singladura, me encanta «estar» en BERRIA a diario, y «vivir» vuestros recuerdos, muchas gracias por acogerme.
Enhorabuena por el blog
Cristina, muy emotiva y detallada la descripción de este bonito recuerdo de la infancia. Sigue en esa línea.
Que buena descripción. Al leerlo he vuelto a estar con el chubasquero amarillo… corriendo por las dunas y cruzando la carretera general.
Con lagrimones al cruzar los puentes… y el semáforo de colindres…
Veranos familiares…tanta gente que ya no está aquí pero que quisieron permanecer siempre en berria.
Ahora como madre pienso lo diferente que son los veranos para nuestros hijos, y parte es culpa nuestra!
Creo que sólo vimos la tele para ver cristal…20 personas en un cuartito.
Todo el día fuera de casa o dando clase con Oscar.
Sigo siendo adicta a berria aunque muchos no lo entiendan. Mejor que en el sur hace mejor tiempo 😉
Enhorabuena
Hola. Enhorabuena por el blog. Yo llevo yendo unos 10 años y desde el primer día también me enamoró. Mi pareja lleva 40 años veraneando en berria y nosotros también somos berriadictos!!!!!
Gran idea la de poder tener Berria cerca sin necesidad de estar en Santoña y, además, ¡todo el año! Buenos recuerdos de la infancia que hemos sabido transmitir a nuestros hijos, en mi caso a mis hijas, que siempre están deseando acudir a Santoña y poder pisar Berria.
Este año no podemos ir, una pena, pero el año que viene con mayor interés si cabe.